sábado, 18 de septiembre de 2010

Sevilla

Hace años estuve en Sevilla. Fue mi primer viaje solo. En realidad yo no quería viajar solo. Tenía reservadas las vacaciones pero ella me dijo "no quiero verte más", así que tenía dos opciones: quedarme llorando o viajar por mi cuenta. Fue un viaje para recordar, pensar e intentar olvidar.

Era en octubre o noviembre... que más da. Subí a la giralda, visité la Torre del Oro, el Alcazar, la Catedral, la Plaza de España, el parque de María Luisa... A cada paso que daba, más me enamoraba de la ciudad. Sentí cosas que nunca había sentido y no podía dejar de caminar.

Al segundo día en Sevilla me perdí. Sólo recuerdo que comencé a caminar por la calle Sierpes y continué sin rumbo, simplemente dejándome llevar. Cuando me di cuenta ya no sabía donde estaba. En aquella época los teléfonos no tenían GPS, ahora todo es muy distinto. No me quedó más remedio que parar a una señora y preguntarle donde estaba.

Me encantaría algún día compartir en Sevilla tu escalón solitario.

Si no te importa.

Claro.

Dejaría de ser solitario.

Pero yo NO hablaría, para no estropear el momento.

No.