miércoles, 17 de diciembre de 2014

No siempre se pierde

No siempre se pierde. 
Lo que somos hoy, es en gran parte por lo que sucedió ayer.
Lo que somos hoy, es en gran parte por los malos momentos de ayer.
Lo que somos hoy, ya no se puede cambiar.

No siempre se pierde.
Merece la pena.



domingo, 12 de octubre de 2014

Los viajeros de tren

Dos trenes salen a la misma hora y corren, paralelos, hasta que el otro tira para abajo camino de Getafe.  Es gracioso verlos correr, uno al lado del otro, mientras los viajeros se agolpan en las ventanillas para mirarse.  Algunos se saludan con la mano y dan gritos como animando al tren a correr más.  En el fondo -no se sabe por qué-, los viajeros de un tren envidian siempre un poco a los viajeros de otro tren; es algo que es así, pero que resulta difícil explicar.  Quizá sea, aunque no lo vean muy claro, porque un viajero de tercera se cambiaría siempre por otro viajero, aunque fuera de tercera también.

CELA

jueves, 7 de agosto de 2014

El peso de la Razón

Todo sea por la autoridad de las Sagradas Escrituras.  Ahora bien, al atender las opiniones de los santos acerca de las cuestiones de la naturaleza, respondo en una sola palabra: que en teología el peso lo tiene la Autoridad, pero en filosofía únicamente el peso de la Razón es válido.

KEPLER







sábado, 28 de junio de 2014

Hemos nacido ratones

Total, con tener un mal catre donde dormir y unos fogones para calentar el café ya es bastante... lo justo para reponer fuerzas y volver al día siguiente a trabajar.  Y el ratón a la rueda... que para eso hemos nacido ratones.


CARMEN SOLER


miércoles, 30 de abril de 2014

El arte


Solo mediante el arte podemos salir de nosotros mismos, saber lo que ve otro de ese universo que no es el mismo que el nuestro, y cuyos paisajes nos serian tan desconocidas como los que pueda haber en la luna. Gracias al arte, en vez de ver un solo mundo, el nuestro lo vemos multiplicarse.

PROUST








domingo, 2 de febrero de 2014

Me olvido de vivir y de amar, cuando me quedan tan pocos días de vida...

Un cazador dispara un tiro en un bosque, cae la presa, el cazador se lanza a cogerla.  Su bota tropieza con un hormiguero de dos pies de alto, destruye la casa de las hormigas, las dispersa a lo lejos, a las hormigas y a sus huevos... Las más filósofas de estas hormigas no podrán comprender jamás ese cuerpo negro, inmenso, espantable:  la bota del cazador, que de pronto ha penetrado en su morada  con una increíble rapidez y precedida de un espantoso estrépito acompañado de unos rayos de fuego rojizo...

Así la muerte, la vida, la eternidad, cosas muy sencillas para quien tuviera órganos del suficiente alcance para concebirlas...

En los largos días estivales, una mosca efímera nace a las nueve de la mañana para morir a las cinco de la tarde:  ¿Cómo va a comprender la palabra noche?  Dadle cinco horas más de existencia y verá comprenderá lo que es la noche.  

Yo moriré a los veintitrés años.  Dadme cinco años más de mi vida, para vivir con madame de Rênal.

Se echó a reír como Mefistófeles. "¡Qué locura discutir estos grandes problemas!

Primero.  Soy hipócrita como si hubiera aquí alguien que me escuchara.

Segundo.  Me olvido de vivir y de amar, cuando me quedan tan pocos días de vida...  ¡Ay! madame de Rênal está ausente; acaso su marido no la dejará volver a Besançon y seguir deshonrándome.

Mi soledad es esto, y no la ausencia de un Dios justo, bueno, todopoderoso, no perverso, no sediento de venganza...

¡Ah, si existiera... yo caería a sus pies! "He merecido la muerte", le diría; "pero, Dios grande, Dios bueno, Dios indulgente, ¡devuélveme a mi amada"

STENDHAL


miércoles, 8 de enero de 2014

¡Qué hermoso era un día hermoso!

Un recuerdo ridículo y conmovedor: el primer salón en que me presenté, a los diecisiete años, solo y sin apoyo; la mirada de una mujer bastaba para intimidarme.  Cuando más me esforzaba por agradar, más torpe resultaba.  Me hacía las más falsas ideas sobre todas las cosas; o me entregaba sin motivo, o veía en cada hombre un enemigo porque me había mirado con cierto aire serio.  Pero en cambio, en medio de las tremendas desdichas de mi timidez, ¡qué hermoso era un día hermoso!
KANT