miércoles, 8 de febrero de 2012

Si los demonios probaran el amargor de la sangre, enloquecerían de tristeza.

Si los demonios probaran el amargor de la sangre, enloquecerían de tristeza.
Circula a sus anchas por las venas
y no la detiene nadie...
Es como si, en la sangre,
se descongelaran lágrimas en un prolongado y lejano suspiro.
¿Quién habrá llorado en mi sangre?
E.M. CIORAN