domingo, 2 de febrero de 2014

Me olvido de vivir y de amar, cuando me quedan tan pocos días de vida...

Un cazador dispara un tiro en un bosque, cae la presa, el cazador se lanza a cogerla.  Su bota tropieza con un hormiguero de dos pies de alto, destruye la casa de las hormigas, las dispersa a lo lejos, a las hormigas y a sus huevos... Las más filósofas de estas hormigas no podrán comprender jamás ese cuerpo negro, inmenso, espantable:  la bota del cazador, que de pronto ha penetrado en su morada  con una increíble rapidez y precedida de un espantoso estrépito acompañado de unos rayos de fuego rojizo...

Así la muerte, la vida, la eternidad, cosas muy sencillas para quien tuviera órganos del suficiente alcance para concebirlas...

En los largos días estivales, una mosca efímera nace a las nueve de la mañana para morir a las cinco de la tarde:  ¿Cómo va a comprender la palabra noche?  Dadle cinco horas más de existencia y verá comprenderá lo que es la noche.  

Yo moriré a los veintitrés años.  Dadme cinco años más de mi vida, para vivir con madame de Rênal.

Se echó a reír como Mefistófeles. "¡Qué locura discutir estos grandes problemas!

Primero.  Soy hipócrita como si hubiera aquí alguien que me escuchara.

Segundo.  Me olvido de vivir y de amar, cuando me quedan tan pocos días de vida...  ¡Ay! madame de Rênal está ausente; acaso su marido no la dejará volver a Besançon y seguir deshonrándome.

Mi soledad es esto, y no la ausencia de un Dios justo, bueno, todopoderoso, no perverso, no sediento de venganza...

¡Ah, si existiera... yo caería a sus pies! "He merecido la muerte", le diría; "pero, Dios grande, Dios bueno, Dios indulgente, ¡devuélveme a mi amada"

STENDHAL