Si los demonios probaran el amargor de la sangre, enloquecerían de tristeza.
Si los demonios probaran el amargor de la sangre, enloquecerían de tristeza. Circula a sus anchas por las venas y no la detiene nadie... Es como si, en la sangre, se descongelaran lágrimas en un prolongado y lejano suspiro. ¿Quién habrá llorado en mi sangre?
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